estaba fresco el verano

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martes, 19 de febrero de 2008

Cospelazo: los medios no ladran, muerden

La presión de distintas organizaciones, entre ellos muchos ciudadanos independientes, sin afiliación partidaria hizo caer el aumento del boleto en la ciudad de Córdoba impulsado por el intendente Daniel Giacomino.
La sesión del jueves pasado por fin se pareció a un acto democrático en un cuerpo legislativo.
Pero esto no es lo que llamó la atención de los medios de comunicación más importantes ni de los periodistas más renombrados.
El periodismo cordobés defiende a muerte el discurso de la dirigencia política y de las corporaciones empresarias.
Y lo hacen abiertamente.
Veamos: La voz del Interior no publicó una sola línea en su edición del día jueves sobre la sesión donde nada menos se iba a resolver por ordenanza un aumento del pasaje del 30 por ciento.
Luego sus periodistas condenaron la presencia de alrededor de 40 ciudadanos en el recinto. Y no es broma. Trataron a los ciudadanos de revoltosos y a las autoridades del Concejo Deliberante de incapaces por haber permitido que un grupo de ciudadanos formara parte de la sesión. No es increíble, ocurre en Córdoba.
Este es el periodismo que tenemos.
El periodista Jorge Cuadrado, en el Noticiero de canal 12 fue más lejos aún. Al reportear a Teresa Saravia, la concejal disidente, le recriminó el no haber avisado a su bloque de su voto negativo.
Cuadrado reflexionó en ese momento que de haberlo hecho, Giacomino y su partido hubiesen podido revertir el cachetazo.
Esto quiere decir, doblegar la decisión de alguno, sobornar a otro porque siempre hay un “Bodega” a la vuelta de la esquina.
Al igual que Giacomino, Cuadrado se sintió traicionado por la decisión de la edil.
Una decisión que beneficia el interés común es para Cuadrado una traición.
De este modo, la sociedad cordobesa no solo debe defenderse de los desaciertos de la dirigencia política, sino también debe defenderse del tratamiento de la información cotidiana de nuestros medios.

Lugones y Borges en el Totoral

El homenaje a Leopoldo Lugones en Villa de María del Río Seco terminó en un gran papelón. Y es una suerte que así haya sido. Esto desnuda la incompetencia de los funcionarios de cultura que tenemos en esta provincia.
Pero no pongo en tela de juicio estas asociaciones de escritores que pululan a lo largo y a lo ancho de este país porque son muy simpáticas. Son escritores, escritores aficionados, escritores al fin. Gente buena que se dedica a aburrir a sus semejantes. Y no a hacer daño como hace mucha gente.
Resulta que a Nilo Amadeo Comba Esquivel y Rosa Gómez Villa de Escritores Cordobeses Asociados (ECA) le encargaron la misión de elegir un par de poemas para ser leidos en el acto que contó con la presencia de María Kodama, una mujer sin mucho sentido del humor.
Nilo leyó uno de Lugones y Rosa debía leer uno de Borges. Pero Rosa que a Borges lo debe haber leído muy poco, metió la pata, leyó Instantes un poema adjudicado a Borges, pero que no le pertenece.
El hecho le hubiese divertido a Borges, pero no le causó ninguna gracia a su viuda. Kodama se enojó, interrumpió el acto para explicar el asunto y la noticia corrió como un reguero de pólvora sacudiendo las redacciones para arrancar carcajadas a periodistas y lectores.
Parece una broma urdida por Borges. La historia del poema Instantes y la supuesta autoría de Borges también. Hace unos 15 años, el poema circulaba de mano en mano como pan caliente y cientos de argentinos descubrían el talento de Borges por un poema que el no había escrito. En los escritorios de las administraciones públicas, en los escritorios de los funcionarios, debajo del vidrio saltaban los versos de ese poema apócrifo con los que muchos argentinos sensibles querían posicionarse como hombres cultos.
Esto también suena a broma borgeana.
Se sabe que entre Borges y Lugones no hubo buenas relaciones. Borges se ocupó de desplazar a Lugones de su sitio intocable de escritor nacional y lo logró. Primero lo destrozó y luego le rindió homenaje en uno de sus memorables prólogos.
Si hay cielo, o infierno, lo mismo da, es seguro que Borges y Lugones deben estar festejando este equívoco originado en la improvisación y en la ignorancia.