estaba fresco el verano

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miércoles, 6 de febrero de 2008

Borges, el gran conversador

Tan imponente como su obra literaria es la otra gran obra que Jorge Luis Borges dejó a los lectores, la obra oral. Producto de entrevistas, conferencias, clases universitarias, el escritor argentino hizo un culto a la oralidad y sobre todo al diálogo. Aquí recorremos algunos aspectos de esa obra menos reconocida, pero fundamental para comprender la genialidad de uno de los creadores más importantes del siglo veinte. Tal vez lo que más sorprenda a quienes no lo hayan frecuentado lo suficiente, sea su exquisito sentido del humor. Para Borges, el ejercicio del humor fue imprescindible en su relación con sus íntimos y con el mundo exterior.


La obra literaria de Jorge Luis Borges, no hace falta decirlo, es universalmente reconocida. A los argentinos nos cuesta creer, y en la mayoría de los casos ignoramos, que Borges ha sido uno de los intelectuales más brillantes del siglo veinte. Borges influyó en la obra de centenares de escritores de las lenguas más diversas, también en filósofos contemporáneos y en las tendencias vanguardistas del arte. Se han escrito novelas a partir de ideas que Borges desató en su literatura, ensayos filosóficos, se han hecho películas; ideas de Borges han impulsado el desafío del pensamiento en gran parte de los intelectuales del siglo veinte.
Tal vez porque todavía no se ha leído ni analizado lo suficiente su obra literaria, es que no se ha mensurado en su verdadera dimensión la otra gran obra de Borges, la obra oral.
La obra oral del genial escritor argentino se conforma de decenas de libros publicados de sus conversaciones con periodistas, intelectuales, escritores; también de conferencias dictadas en distintas universidades. Borges disfrutaba con gran placer de la conversación y por ella dejaba discurrir su enorme erudición puesta a función de alguna idea con la que el ocasional interlocutor lo desafiaba. Y ahí siempre estuvo presente el humor como un apéndice indispensable de su modo de manifestarse y desafiar las convenciones, y también claro, otro de su oficio dilecto, ganarse enemigos.

Malicia, ironía e ingenio: La obra oral de Borges editada comprende varios capítulos, están los escritos que Borges pensó para sus conferencias, (por ejemplo Siete Noches, Arte poética-seis conferencias) los libros editados de conversaciones con el autor del Sur (Borges- Sábato, diálogos), los libros editados a partir de un programa radial (Diálogos con Osvaldo Ferrari), libros de su etapa como docente (Borges oral, Borges profesor), centenares de reportajes que de alguna u otra manera fueron editados en el formato gráfico, otros tantos libros publicados como resultado de diversas experiencias de amistad u otras por varios autores (Borges, por Bioy Casares), en donde el centro de la cuestión siempre es la maravillosa oralidad del maestro.
Como pocos, Borges fue un conversador fascinante, inteligente y divertido. A lo largo de seis décadas, el escritor argentino habló sobre todo, con un ingenio a veces maligno, que le granjeó enemistades volcánicas. Las frases maliciosas o irónicas, o por que no ambas a la vez tienen la marca en el orillo de Jorge Luis Borges.
El periodista y escritor, Osvaldo Ferrari recopiló las conversaciones que mantuvo con Jorge Luis Borges durante casi dos años en un programa radial de una emisora porteña. En este libro “Diálogos” se puede disfrutar a un exquisito conversador que discurre según los más diversos temas que Ferrari propone. Según el mismo Ferrari, los temas no se pautaban de antemano, Ferrari los proponía en el mismo momento de encontrarse con el escritor, pero al leer esas páginas transcriptas de una grabación la idea que pesa en el lector, es que cada una de esas conversaciones, requirió por lo menos de parte de Borges, una cuidada preparación de la temática, pero no fue así.

El diálogo, un género literario: María Kodama arriesga que de la mano de su padre, Borges en su infancia comenzó a disfrutar del ejercicio de la interpretación de los significados de las cosas. Según Kodama, desde niño y antes de saber qué significaba la filosofía, el padre de Borges lo introdujo por los caminos del pensamiento, mostrándole, por ejemplo, lo que era el idealismo con una naranja. Le enseñaba la fruta, luego le pedía que cerrase los ojos y le preguntaba: ¿existe la naranja...?. “
Esa formación impregnó y dio larga vida a la obra de Borges. En la obra oral de Borges, que también abarca centenares de reportajes difundidos por la prensa gráfica, se desliza siempre el anhelo del escritor por establecer un diálogo, algo que no ocurría con frecuencia. En ese sentido, Borges admiraba a los griegos por haber creado dos cosas: el diálogo y la duda: “Nuestra vida, como estos diálogos y como todas las cosas, ha sido prefijada. También los temas a los que nos hemos acercado. El diálogo es un género literario, una forma indirecta de escribir. El deber de todas las cosas es ser una felicidad; si no son una felicidad son inútiles o perjudiciales. Las polémicas son inútiles, estar de antemano de un lado o de otro es un error, sobre todo si se oye la conversación como una polémica, si se le ve como un juego en el cual alguien gana o alguien pierde. El diálogo tiene que ser una investigación. Y poco importa que la verdad salga de uno o de boca de otro. Es indiferente que yo tenga razón o que tenga razón usted; lo importante es llegar a una conclusión, y de qué lado de la mesa llega eso, o de qué boca, o de qué rostro, o de qué nombre, es lo de menos”.

El esgrimista verbal: Tan importante es la oralidad en el escritor que desde muy joven creó sus mundos imaginarios para ser dichos en voz alta, con el sonido de las palabras recreando el escenario imaginado propuesto, y posteriormente, por la ceguera que lo acompañó un poco más allá de los cincuenta años, debió dictar todo lo que imaginó y publicó hasta el final de sus días.
La esgrima verbal para Borges era un juego indispensable, y con la ceguera el único modo de conocer y comunicarse con el mundo, pero además era casi siempre un regalo inestimable de sabiduría. En ese contexto practicaba el humor como una cortesía sin la cual el vivir carecería de sentido, podríamos pensar que la ausencia del humor para Borges era ya, sin exagerar, una forma del mal.
Borges fascinaba por la riqueza imaginativa y fantástica de su universo literario, pero no fue menor el efecto que provocó en quienes compartieron la intimidad, la cercanía y acabaron más maravillados por el Borges que hablaba que por el que escribía. En la conversación, Borges partía de los espejos, de los laberintos, de sus tiempos circulares, de las mitologías, religiones, de las espadas para deslizarse hasta el contacto sencillo con la realidad, de la que se decía, el se encontraba ausente. En el Borges oral, las palabras siempre adquirieron un sentido distinto, o lo nunca dicho o el anti-lugar común en un mundo hecho a medida de los lugares comunes.


La obra completa no tiene fin: Hablar de las obras completas de Borges, refiriéndose solo a la narrativa, poética y el ensayo, significa dejar afuera el producto de su oralidad. Si bien una pequeña parte de sus ensayos fueron publicados, la gran mayoría de ellos no se incluyen en lo que las editoriales llaman “obras completas”, se cree que escribió unos 1.200, entre ellos se deben contar las infinitas reseñas de libros y de cine, biografías condensadas, artículos para enciclopedias, prólogos, estudios históricos, notas sobre política y cultura. Fuera de esa obra completa, hay una curiosidad, Borges debe ser el único escritor al que se le ha editado un libro de prólogos: “Prólogos con prólogo de prólogos”, una recopilación de textos escrito a pedido de innumerables autores que el mismo Borges convirtió en subgénero literario.

El maestro que aprobaba a todos: Un capítulo aparte en la “oralidad” borgeana es el destinado a la docencia. Un libro reciente “Borges profesor”, como “Siete noches” y “Borges oral”, entre otros, configura de un modo determinante la imagen de un Borges que estaba más interesado en conversar, como su amigo Macedonio Fernández, que en transmitir fechas y métodos. El poeta y ensayista venezolano, Fernándo Baez dice que “su actitud como profesor fue atípica y, por conservadora, revolucionaria: en el origen de las universidades, eran los alumnos los que buscaban a los maestros para leer juntos a autores como Aristóteles o Hipócrates y la lectura compartida era el mejor modo de aprender. Borges creyó que ser docente era ser decente; es decir, ser honesto consigo mismo y no con una institución abstracta cuyos principios, por lo demás, raras veces dejan en la mente de un lector o estudiante el contenido esencial de un volumen maravilloso que puede transformarse en una suerte de talismán personal”.
De su etapa como profesor hay numerosas anécdotas de sus lecciones; su método, que le valió el desprecio de sus colegas universitarios (pues no aplazó a ningún alumno nunca), está resumido en una declaración que dio a la revista Plural de México: "Creo que uno sólo puede enseñar el amor de algo. Yo he enseñado, no literatura inglesa, sino el amor a esa literatura. O mejor dicho, ya que la literatura es virtualmente infinita, el amor a ciertos libros, a ciertas páginas, quizá de ciertos versos…".

OBRA ORAL DE BORGES- recomendaciones

. Díalogos- Borges- Sábato (Emecé- Primera edición 1975)
Estos diálogos entre Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato fueron grabados y compilados por el periodista Orlando Barone, quien tuvo la iniciativa de reunir a los dos escritores y de hacerlos dialogar en diciembre de 1974. En largas y lúcidas conversaciones, producto de varios encuentros registrados minuciosamente por Barone, Borges y Sábato discurren sobre el grupo de Florida- Boedo, Groussac, el Martín Fierro, el Facundo, Macedonio Fernández, la idea de Dios como gran Bibliotecario Universal, el arte de la traducción, el Quijote, la realidad y los sueños, el cielo y el infierno, el teatro, el tango, el cine, Poe, Kafka, Dickens, Wells, Baudelaire, Faulkner, Bernard Shaw, entre otros.

.Jorge Luis Borges, Arte poética- seis conferencias. (Editorial Crítica, Barcelona 2001). Este libro contiene seis conferencias escritas en inglés (traducidas luego al castellano por Justo Navarro) sobre poesía pronunciadas en la Universidad de Harvard durante el curso 1967- 1968. A lo largo de páginas brillantes y precisas que cuesta creer que fuesen dichas- y no leídas- (Borges ya era ciego, lo fue desde los años 50), un Borges en la plenitud de su talento reflexiona sobre los misterios y tesoros de la palabra poética. En la línea del ensayo imaginativo y suavemente irónico de sus mejores inquisiciones, estas conferencias deslumbrantes nos recuerdan, entre otras cosas, el especial atractivo de ciertas metáforas, la fuerza y la dignidad de la épica (a juicio de Borges, género narrativo preferible a la novela), la belleza que se esconde en las traducciones más felices, la corta distancia que media entre el buen poema y el malo, o la impronta que la tradición deja sobre cada imagen, cada palabra y cada lector.

. Borges profesor- curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, edición investigación y notas de Martín Arias y Martín Hadis (Emecé- 2001). En 1966 Jorge Luis Borges dictó un curso de Literatura Inglesa (veinticinco clases) en la Universidad de Buenos Aires. Las clases fueron grabadas por algunos alumnos que luego las transcribieron para que otros pudieran estudiar. Las cintas grabadas se han perdido, pero los textos transcriptos a máquina se conservaron hasta hoy. Luego de un intenso trabajo de análisis e investigación de las fuentes citadas, Martín Arias y Martín Hadis lograron compaginar las transcripciones, sin modificar el lenguaje oral de Borges, que nos ha llegado intacto con sus latiguillos y repeticiones. Con su erudición y simpatía habituales, Borges se explaya en detalles sobre sus temas predilectos: los anglosajones, los vikings, los orígenes de la poesía de Inglaterra, Samuel Johnson y James Boswell, James, Macpherson, William Blake, Wordsworth, Coleridge, Carlyle, Robert Browning, Dante Gabriel Rossetti, William Morris, Dickens y Stevenson, entre otros.

BORGES ORAL por Jorge Luis Borges, editorial alianza
“Cuando la Universidad de Belgrano me propuso dar cinco clases, elegí temas con los cuales me había consustanciado el tiempo. El primero, el libro, ese instrumento sin el cual no puedo imaginar mi vida, y que no es menos íntimo para mí que las manos o que los ojos. El segundo, La inmortalidad, esa amenaza o esperanza que han soñado tantas generaciones y que postula buena parte de la poesía. El tercero, Swedenborg, el visionario que escribió que los muertos eligen el infierno o el cielo, por libre decisión de su voluntad. El cuarto, El cuento policial, ese juguete riguroso que nos ha legado Edgar Allan Poe. El quinto, El tiempo, que sigue siendo para mí el problema esencial de la metafísica...”

Borges, por Adolfo Bioy Casares, editorial Destinos
Durante cinco décadas de amistad y complicidad literaria, Adolfo Bioy Casares visitó infinidad de veces a Jorge Luis Borges. Este libro es el diario que Bioy fue escribiendo sobre esos encuentros entre 1947 y 1989. El resultado es el retrato más completo y más íntimo de Borges jamás presentado a los lectores y la crónica minuciosa y deliciosa de una amistad legendaria. Bioy y Borges fueron amigos entrañables y compañeros de aventuras literarias. Durante años se reunían todos los días: escribían juntos, trabajaban juntos, paseaban, veraneaban y comían juntos. Con discreción pero con la puntillosidad y la constancia de quien sabe qué está destinado a hacer un aporte fundamental, Bioy anotaba sus impresiones, los diálogos, las consideraciones de su amigo sobre escritores clásicos y contemporáneos, sobre el amor, la amistad, los sueños, la muerte, Dios, el destino, la filosofía, la comida, las mujeres, la política, las costumbres de su época, la idiosincrasia de los pueblos. Bioy Casares es el interlocutor perfecto, como un tamiz hecho a medida para que se luciera la inteligencia del amigo, para dialogar con él en condiciones de igualdad y transmitirlo al papel con talento inigualable.




El humor, la intuición de una verdad
Son infinitas las frases desopilantes, a la vez fascinantes, irónicas con que Borges definió instituciones, personas, situaciones a través de su particular humor. Borges supo decir que el humor británico procede de la intuición de una verdad, de una sabiduría y que el ingenio francés suele ser verbal. En cambio sostuvo que el humor español es una forma de retruécano; procede de azares fonéticos. Sin duda que su estilo llevaba las profundas huellas del humor inglés que tanto disfrutaba en las obras de sus autores preferidos de esa lengua. Aquí van dos muestras, apenas de ese humor, la primera pertenece a una recopilación realizada de entrevistas que dio el escritor, y en segundo lugar, algunas perlas del libro “Borges y el Humor” de Roberto Alifano.

. Los peronistas no son ni buenos, ni malos. Son incorregibles.

. ¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad.

. En mi época no había best sellers y no podíamos prostituirnos. No había quién comprara nuestra prostitución.

. Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que les guste a otras personas. Es un amor así, celoso.

. Hay comunistas que sostienen que ser anticomunista es ser fascista. Esto es tan incomprensible como decir que no ser católico es ser mormón.

. La democracia es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística.

. El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto.

. Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones.

. Políticos: ¿cómo admirar a seres que se pasan la vida poniéndose de acuerdo, diciendo las cosas que dicen y, con perdón, retratándose?

. La Universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la Universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la prensa.

. No sé hasta qué punto un escritor puede ser revolucionario. Por lo pronto, está trabajando con el idioma, que es una tradición.


Borges y el Humor, Roberto Alifano

La poesía cura: Borges había publicado en el diario La Nación su poema “El remordimiento”. Caminábamos por la calle Florida y de pronto una mujer lo detiene para confesarle:
-Señor Borges, gracias a usted yo sigo viviendo. Leí ese poema suyo que dice: “He cometido el peor de los pecados/ que un hombre puede cometer. No he sido/ Feliz”. Eso me salvó.
- Bueno – responde Borges asombrado-. Jamás imaginé que un poema mío pudiera tener facultades terapéuticas.

Contra el monopolio: En una conversación, Borges le pregunta a su interlocutor:
-¿Usted es creyente?
-Sí, señor, por supuesto.
-¿Y cree en un solo Dios?
-Sí, señor, soy monoteísta, soy católico.
-Bueno, eso no está mal- comenta Borges- Pero creer en un solo Dios me parece una miseria. Habiendo tantos dioses creer en uno solo es un exceso de economía.

Sensatez trasandina: -Borges, esto sin duda habrá de alegrarlo- dice asombrada una joven chilena-. En mi país a usted se lo estudia, se lo lee y se lo reconoce más que en el suyo.
-Bueno, eso puede ser una prueba de que aquí seguramente son más sensatos que en Chile- responde Borges.

Homónimos: Otro día, Borges me hace este comentario: ¡Caramba, mire lo que es la fama! Anoche tomé un taxi, y cuando el taxista me reconoció, me dijo: ¡Señor, que honor el mío, tenerlo a usted como pasajero! Cuando se lo cuente a mi mujer y a mis hijos, seguramente no van a poder creerlo, señor, porque, ¿quién no conoce a Ernesto Sábato?”.

Fray Luis a la parrilla: En un prólogo que Borges me dicta, hace referencia a Fray Luis de León y cita un verso suyo. Luego me comenta:
-¡Qué raro este verso! “Pongo mi corazón sobre tu llaga”. Esto da la idea de un asado, ¿no?.

Todo es relativo: Un periodista francés le pregunta a Borges una mañana su opinión sobre la época en que vivimos.
-Y, el hecho de que yo sea famoso- responde Borges- , es algo más que suficiente para condenarla.

Asesino sí, pero ladrón, no: Contaba Borges que un compadrito le confió que había estado preso un par de veces; pero agregó: “Siempre por homicidio, señor, siempre por homicidio”.

Un periodista cordobes.ar desorientado

Este blog, amigos se ocupará de algunas cuestiones relacionadas con el periodismo y también sobre lo que sucede en esta ciudad.