La foto se la robé al blog de Crist, cosmoscrist.blog spot. El clonista chino, Cachoíto Di Lorenzo, Chumbi, Sarlanga y Crist.
Adelanto del libro: Sarlanga, animal gráfico, que saldrá en breve. Autores: Sarlanga-Omar Hefling
Corazón de tinta
A Eduardo Williams Hermes Ruccio no lo conocen ni los corazones de tinta de la música de las Olivetti de las viejas redacciones de los diarios y a Sarlanga lo conocen hasta los ratones de corazón de titanio de todas las redacciones de los diarios del país. Lo curioso es que los dos son la misma persona. ¿ Y quién es este Sarlanga? Sarlanga es nada menos que la memoria viva del periodismo argentino desde el sagrado oficio de hacer grato a los ojos de un lector la página de un diario. Es un diagramador, un diseñador gráfico que hizo y hace de su vida un canto armonioso de convivencia poética en el frenético mundo de las noticias. Una vida para hacer una película, o mejor dicho primero una novela y después un guión para una película que debiera haber protagonizado don Marcelo Mastroiani.
Le preparó tallarines a Pablo Neruda, desayunaba con Jorge Luis Borges, hablaba con Miguel Angel Asturias, con Germán Arciniegas, con Roberto Cossa, discutía con Eduardo Galeano, con Osvaldo Soriano, con Augusto Roa Bastos, lo escuchaba rezongar a Juan Gelman, acariciaba el dolor de Haroldo Conti y Rodolfo Walsh.
El diario Clarín nació el 28 de agosto de 1945, en septiembre de ese mismo año con 14 años Sarlanga ya estaba diagramando y desde ahí no paró más. Pasó por Noticias Gráficas, estuvo en el nacimiento de La Opinión, en la reedición del Diario El Mundo, fue el gestor de la cara de la legendaria revista Crisis, viajó a Guayaquil para rediagramar el diario El Universo, lo mismo hizo en San Pablo con el Diario Nuevo y en Santiago de Chile con otro diario que también se llamó Ultima Hora, en el lanzamiento de El Diario en Mendoza con Jacobo Tímerman (El Mundo, La Opinión) y Horacio Verbisky, lo mismo en el lanzamiento del diario Tiempo de Córdoba, luego en el diario Córdoba, también durante 10 años en La Voz del Interior y en La Mañana de Córdoba luego de haber diagramado también innumerables revistas y libros siempre con una postura, diríase, romántica: “Me moriré en la mía, nunca voy a utilizar una computadora...”
A Eduardo Williams Hermes Ruccio no lo conocen ni los corazones de tinta de la música de las Olivetti de las viejas redacciones de los diarios y a Sarlanga lo conocen hasta los ratones de corazón de titanio de todas las redacciones de los diarios del país. Lo curioso es que los dos son la misma persona. ¿ Y quién es este Sarlanga? Sarlanga es nada menos que la memoria viva del periodismo argentino desde el sagrado oficio de hacer grato a los ojos de un lector la página de un diario. Es un diagramador, un diseñador gráfico que hizo y hace de su vida un canto armonioso de convivencia poética en el frenético mundo de las noticias. Una vida para hacer una película, o mejor dicho primero una novela y después un guión para una película que debiera haber protagonizado don Marcelo Mastroiani.
Le preparó tallarines a Pablo Neruda, desayunaba con Jorge Luis Borges, hablaba con Miguel Angel Asturias, con Germán Arciniegas, con Roberto Cossa, discutía con Eduardo Galeano, con Osvaldo Soriano, con Augusto Roa Bastos, lo escuchaba rezongar a Juan Gelman, acariciaba el dolor de Haroldo Conti y Rodolfo Walsh.
El diario Clarín nació el 28 de agosto de 1945, en septiembre de ese mismo año con 14 años Sarlanga ya estaba diagramando y desde ahí no paró más. Pasó por Noticias Gráficas, estuvo en el nacimiento de La Opinión, en la reedición del Diario El Mundo, fue el gestor de la cara de la legendaria revista Crisis, viajó a Guayaquil para rediagramar el diario El Universo, lo mismo hizo en San Pablo con el Diario Nuevo y en Santiago de Chile con otro diario que también se llamó Ultima Hora, en el lanzamiento de El Diario en Mendoza con Jacobo Tímerman (El Mundo, La Opinión) y Horacio Verbisky, lo mismo en el lanzamiento del diario Tiempo de Córdoba, luego en el diario Córdoba, también durante 10 años en La Voz del Interior y en La Mañana de Córdoba luego de haber diagramado también innumerables revistas y libros siempre con una postura, diríase, romántica: “Me moriré en la mía, nunca voy a utilizar una computadora...”
