Por Omar Hefling
El Libro de los Récords y de acontecimientos insólitos del profesor
Oliverio Ochava, periodista y antropólogo en el ámbito deportivo de la
Provincia de Córdoba, refiere este caso, que tronchara la brillante trayectoria
de Pedro "Pancuca" Martinetti, temible goleador de la Liga Canalense
de Fútbol. Bajo el título "Artillero del Club Atlético Canalense convierte
un gol en su contra mientras shoteaba un corner en favor de su
divisa" se cuentan los pormenores de aquella tragedia. Según el Profesor
Ochava el encuentro se desarrollaba en la cancha del Canalense, donde el equipo
local enfrentaba a uno de los equipos más débiles de la liga. Veinte minutos
antes del final se desató una tormenta de granizo, agua y viento, viento que
con inusitada intensidad corría de norte a sur favoreciendo a los dueños
de casa. Con la parcialidad enardecida tal vez por la granizada más
que por las acciones del juego, como se relata en el libro, y el empuje
de las ráfagas de la ventisca que alcanzaban los cien kilómetros horarios, el
humilde equipo visitante literalmente se había colgado del travesaño. A dos
minutos del final el empate dejaba al local fuera de la lucha por el título;
fue ahí que el árbitro marcó un tiro de esquina desatando la ovación
anticipada por el gol de la victoria que acabaría siendo el gol de la derrota.
Con la felicidad de un niño Martinetti corrió hacia el banderín para
ejecutarlo, en las mismas circunstancias había conseguido dos estupendos goles
olímpicos. Como en las dos ocasiones anteriores, luchando con las ráfagas de
viento que casi le impedían moverse, apuntó hacia su arco para que la pelota se
elevara y luego cayera como un rayo sobre el arco contrario. Martinetti, un
ropero de casi un metro noventa y botines número cuarenta y ocho, era
temible por la fuerza de sus disparos; para su desgracia en el instante
mismo de pegarle a la pelota, con todo su equipo en el área rival incluido el
arquero, tal vez cumpliendo el mandato de un embrujo, el viento se detuvo. El
balón cayó cerca de las dieciocho, dio un par de piques sobre los charcos y
entró mansamente en su propio arco ante el estupor generalizado. Martinetti sin
dudar saltó el alambrado y comenzó a correr a campo abierto. Según narra la
crónica de Ochava nunca más se supo de él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario